viernes, diciembre 24, 2010

Tardes azules

"En las solitarias tardes azules
cuando el viento despeina tu recuerdo"
Adrián Lucifer

A veces te atardezco.
Entonces, mi rostro mercurial se enciende,
débil votiva, insuficiente en mi caótica soledad.
Camino sin fortuna, con el ánimo cansado,
como un juglar enfermo de olvido y sin laud.
Hay cierta penumbra en el horizonte,
donde no se pueden dibujar tus ojos, ni tu sonrisa.
Niña azul de días mejores.
¿Cómo afrontar la tragedia de haberte tenido
y haber dejado que te desmoronaras
sin que lo evitara mi inconciente corazón?
¿Cómo recuperarte si, enlaberintado,
soy una bestia inconforme que busca la expiación
que sólo tus manos pueden darme?
Pero tenemos que seguir la ruta,
por más descarnados y desamorosos que estemos.
No hay más opción, ni existe otra salida
que pueda apaciguar la desesperación de no tenerte.
En esta tarde azul en la que te siento lejos como nunca,
más que si estuvieras en el Jalisco apoyando a tus celestes,
y mientras te atardezco sofocado de recuerdos,
no puedo evitar cierta melancolía, cierta nostalgia,
toda rojiblanca y toda incierta, como las Chivas,
que hace que mis pasos sean más lentos y cabizbajos,
y que esta ciudad amada me pese como nunca.
Ya mañana me pondré la máscara de nuevo
-que cada día me asfixia más-
y trataré de simular la madurez, la resignación,
el drama de haberte conocido y dejado ir.
El pobre consuelo que significa
en extrañas e indescifrables tardes azules,
recordarte...

Alfredo Alejandro Parra

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