domingo, febrero 07, 2010

Un domingo de verdad

Me desperte muy tempranito para alcanzar a la familia que desde ayer se habían ido a Mazapa porque mi abuelita José se pusó muy grave desde el viernes en la noche. Llegue como a las 11, y lo primero que hice fue ir a verla, apenas si pudo hablarme, me dijo que le había preguntado a mis papás por mí, que le zumbaba el oído, que lo único que quería era dormir, dormir y dormir, que la disculpara por andar de tiplosa. Hay que esperar.

Almorce en la casa con mis papás y hermanos, lo disfrute mucho. ¡No tienen idea lo rica que es la barbacoa y el consome de mi pueblo!

Después le ayude a mi papá a podar los arbolitos del jardín, descansamos en él, tomando el sol. Mi hermano se fue a Emiliano Zapata para participar en un concurso del mejor sonido en tu carro y resultó que ganó el segundo lugar con 130 decibeles de poder, jajaja.


Estuve dando vueltas visitando a mis abuelas que ya no son las mujeres fuertes, aunque intentan serlo.

Con mi abuelita Beatriz, los niños me hicieron el día. Me encantá jugar con ellos.


Antes de regresar a México, estuvimos en el último rosario de mi tío Santos, en donde pude ver a familiares que hace mucho tiempo no lo hacía.


Las inundaciones nos hicieron llegar cerca de las 12 de noche, pero llegamos.

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